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jueves, 2 de junio de 2011

Fotografía perteneciente a m. 
 
Azul, líneas en el mar, que profundo
y sin domar acaricia una verdad.
 Azul, vuelve a reflejar y fundido con el sol
reina un sueño con sonido a mar.
(Antonio Vega) 


Y cuento, de dos en dos, los escalones que me quedan para subir al cielo. No al cielo de los cristianos, el cual considero vacuo y banal, sino el mío, mi cielo propio, ese que está lleno de aire y estrellas. Intento no perder la cuenta pero aún me quedan demasiados escalones. Lo intuyo porque no vislumbro ni el azul del cielo ni el blanco de las nubes. Aquí abajo todo es negro, parece el sótano de una funeraria acumulando vasijas para mis futuras cenizas. Si no puedo subir más rápido los escalones terminaré llenando uno de esos pequeños y tristes tarros. Pero aún mantengo la esperanza, a intervalos irregulares me alcanza las mejillas una pequeña brisa de aire fresco. Es lo que me impulsa a seguir intentando, a tientas, alcanzar los escalones. Creo que algún día podré conseguirlo, tocar mi cielo, sentirme libre, respirar tranquila y pensar mientras miro hacia abajo: ¡Lo has conseguido!

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